Preámbulo y Alumbramiento

Preámbulo y Alumbramiento



Aquí nace este blog colectivo y abierto. Unos cuantos “atrevidos”, apasionados de la cultura en sentido amplio, lo ponen en marcha simplemente porque sí, porque todo camino empieza con un primer paso y porque alguien debe echar a andar un proyecto, sin más. Pero no se trata de inaugurar algo -que para cortar una cinta sobrarían gerifaltes voluntarios- sino más bien darle un primer empujón y que tenga continuidad. Los colaboradores iniciales quieren sólo promover e impulsar, no capitalizar este espacio. Lo ideal sería que el blog se nutriese con la aportación de muchos entusiastas que tienen algo que mostrar y se deciden a hacerlo, asumiendo y respetando la fórmula, la filosofía y los principios recogidos en el decálogo del blog. Ellos son los invitados a participar, ellos son los elegidos.

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domingo, 28 de abril de 2013

Citas (II)


Ya lo he confesado antes: adoro las citas, espigar entre los libros para rescatar frases brillantes, por lo que dicen o por cómo lo dicen. Aunque comprendo que entresacar del contexto un párrafo comporta sus riesgos y se puede desvirtuar su sentido, pero me arriesgo: “…entraba en la etapa de mi vejez, y un viejo toma actitudes, ofrece imágenes de sí mismo, de su propio cuerpo, que lo humillan ante cualquier mujer que no participe de cierta fascinación por él, que no haya sido seducida”. (R. Chirbes)

Es cierto. Sospecho que es cierto. Algunos empezamos a comprobarlo en nuestras propias carnes mortales. No es que ya no impresionemos a nadie, es que daremos grima seguramente. Vejez: el tiempo no perdona, se suele decir. Ni a la mente ni siquiera al alma, pero mucho menos al body: se acerca el verano, y la prueba del bañador (o del pantalón corto o de la camiseta ceñida) no engaña. Sobrados de impudicia, estamos a punto de enseñar las miserias humanas: arrugas, colgajos y michelines. Y lo que nos dice el escritor es que nuestro deterioro es sólo disculpable para ella, si acaso para ella, que igual lo difumina con el recuerdo de una época más lucida (y lúcida). Para las demás quizá seamos escombros, cuerpos decrépitos, así nos verán tal vez. Sin embargo, y seguimos con las citas, M. Yourcenar nos ayuda a degradar las vergüenzas: “…la posibilidad de quitarse la máscara en todas las ocasiones es una de las raras ventajas que reconozco a la vejez…”

Javier Cuesta

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